martes, 17 de febrero de 2015

El caso Nisman es para Cristina lo que fue Kosteki-Santillán para Duhalde. Lo que pudo haber sido el caso Cabezas ocurrió en un momento de institucionalidad un poco más fuerte. Hoy no hay la menor credibilidad y se nos ríen (afuera)”.

La hipótesis "Golpista" sigue sumando dichos y hechos que transmiten la imagen de unasituación nacional insostenible, estamos frente al abismo institucional. Por ejemplo, el bloque de senadores del Partido Justicialista (PJ) de Entre Ríos publicó un comunicado oficial sobre la muerte de Nisman en el que acusan al diario Clarín de desestabilizar el gobierno de Cristina. Cito un párrafo en particular: 

No les importa nada. El único objetivo que tienen es aprovechar esta muerte para socavar el apoyo de la ciudadanía al proyecto y desencadenar un proceso que – a falta de militares golpistas – termine debilitando o volteando a este Gobierno nacional y popular a fuerza de titulares en los diarios y denuncias en las radios y pantallas del “Gran Desestabilizador Argentino”. 
Y aquí es donde tenemos la obligación de llamar a la reflexión. Las pruebas que tenía el Fiscal no desaparecen con su muerte. El expediente no muere con Nisman, la investigación no se va a difuminar en el aire con el fallecimiento de quien la impulsó. Aventurar que el Gobierno mató o mandó matar al fiscal para evitar las consecuencias de la investigación es un acto de irresponsabilidad absoluta plagado de siniestra intencionalidad que solo puede ser alentado por los que quieren que el Gobierno caiga a cualquier costo, aún poniendo en riesgo la continuidad institucional que durante 30 años el pueblo argentino luchó por consolidar. 


Estas acusaciones, en cualquier país medianamente serio, pondrían los pelos de punta de más de un poblador o institución que haya sufrido y tenga recuerdos de los años en que eramos gobernados por la cúpula militar. Pero como la guerra entre Clarín vs. Gobierno es pan nuestro de cada día, casi casi que estamos inmunizados a este tipo de fanfarria espumosa, de acusaciones que tal vez sean ciertas pero tan teñidas de intencionalidad política que nadie cree en nadie.

El fantasma de la represión vuelve. El diario opositor Clarín fue uno de los principales medios que hizo bulla con Damian Pachter y la presiones que recibió para abandonar el país, por ser el primero en confirmar la muerte de Nisman por twitter (información que habría recibido del Mossad). 




Pachter huyó intempestivamente del país levantando polvareda mediática. Desde su refugió en Israel, cuenta que escapó debido al hostigamiento recibido por parte de los Servicios de Inteligencia locales. En su columna para el diario israelí Haaretz, Pachter contó la odisea que vivió para salir del país y dejó bien en claro que Argentina es gobernada por una mafia peligrosa, que por "algún motivo" hasta ahora no revelado, quiere acabar con su vida. 


La salida de Pachter del país a lo Diva-Style, con fotos y declaraciones en todos los diarios opositores del país no condicen con la historia de alguien que quiere pasar desapercibido ante el "ojotodoavisor" de los agentes que quieren asesinarlo. Por el contrario, la salida de Pachter del país parece más bien querer manchar la reputación argentina ante la mirada israelí y mundial. De ser así, Pachter bien puede haber abandonado el país por indicación de un servicio secreto, pero no local. ¿Quienes? Bueno, es fácil saberlo con sólo recorrer el Facebook del tal Pachter: el ejército israelí. 















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