lunes, 16 de febrero de 2015

de Israel, se ocuparon de «saldar cuentas» en los últimos 45 años

 

desde la creación de la unidad. Criminales de guerra nazis, líderes de

 

la OLP, Hamas o la Yihad Islámica, terroristas de «Septiembre Negro

 

», magnates, científicos, traficantes y diseñadores de armas, han

 

sido algunos de los objetivos claros de los asesinos del Metsada, el departamento

 

de operaciones especiales del Mossad y de quien depende

 

 

el Kidon.

 

 

 

A diferencia de otros clérigos, cuyas limusinas blindadas y fuertemente

 

escoltadas raras veces se aventuran más allá de Beirut o del

 

valle de la Bekaa, Musawi había traspasado en varias oportunidades la

 

llamada zona de seguridad, estrechamente vigilada por Israel y el Ejército

 

del Sur del Líbano. Precisamente en Jibsit, un pueblo de doce mil

 

habitantes ubicado en el extremo sur del Líbano, que constituía el último

 

puesto de avanzada del fundamentalismo islámico. Bajo las ordenes

 

de Isaac Rabin, que entonces ocupaba el cargo de ministro de Defensa,

 

 

y de Shabtai Shavit memuneh del Mossad, una unidad del

 

Sayeret Matkal y el Kidon se ocuparon de «ejecutar» a Musawi.

 

 

 

El 16 de febrero de 1992, cuando los helicópteros Apache israelíes

 

abrieron fuego contra la caravana de vehículos que partía de Jibsit, y

 

mataron a Musawi, su esposa y su hijo Hussein de cinco años, Moshe

 

Arens, el ministro de Seguridad, justificó la muerte de Musawi como

 

una de las formas legítimas que utiliza el Estado de Israel en su lucha

 

 

antiterrorista. Los operativos del Kidon habían conseguido colocar un

 

 

 

localizador en los bajos del vehículo del jeque asesinado. El misil solo

 

siguió el rastro del localizador.

 

Desde entonces, los enemigos han sido envenenados, volados en

 

pedazos, estrangulados, ahogados, simplemente ejecutados con un tiro

 

 

en la nuca o secuestrados a través del Kidon, en el nombre de Israel

 

 

 

y con permiso del primer ministro en Francia, Italia, Malta, Chipre,

 

Sudáfrica, Bélgica, Noruega, Líbano, Uruguay, Argentina y un sinfín

 

 

más de países. Realmente, el Kidon y sus miembros elevaron el asesinato

 

 

 

político a su máximo nivel de perfección gracias a agentes como

 

Zvi Steinberg, un judío brasileño de treinta y seis años, que era capaz

 

de estrangular a un hombre en cuestión de segundos. Se rumoreaba

 

que un día se subió a un autobús en Praga siguiendo a un terrorista palestino,

 

se acercó a él, le aplastó con una sola mano la traquea matándolo

 

en el acto y se apeó del autobús desapareciendo entre la multitud.

 

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En 1972, bajo el gobierno de la primera ministra Golda Meir y bajo

 

 

el mandato de Zvi Zamir como memuneh del Mossad, se establecería el

 

 

 

llamado «Comité X», una estructura judicial tan secreta que ni siquiera

 

la Corte Suprema de Justicia del Estado de Israel conocía su existencia.

 

 

Según el testimonio del ex katsa del Mossad, Victor Ostrovsky, en su

 

libro By way of deception: «El “Comité X”, que está integrado por militares

 

 

 

y personal de los servicios de inteligencia y del Poder Judicial,

 

 

hace las veces de corte marcial y juzga in absentia a los acusados. Las

 

 

 

audiencias, similares a un tribunal, se llevan a cabo en distintos lugares

 

para cada caso, generalmente en domicilios particulares o pisos francos

 

del Mossad. Ningún acta es levantada de la sesión del Comité X».

 

Ostrovsky relataba también en su magnífico libro: «Aunque el

 

imputado, en este caso el líder de Hezbolá, el jeque Abbas Musawi, jamás

 

lo supo, dos abogados —uno representando a la defensa y otro a

 

la fiscalía— se encargaron de su caso. De nada valió el alegato de la defensa

 

aduciendo que Musawi era en realidad un elemento “moderado”

 

dentro del fundamentalismo chií y que había jugado un papel clave en

 

la liberación de los rehenes occidentales. La fiscalía hizo valer su argumento:

 

el nuevo líder del Hezbolá recientemente había realizado un

 

llamamiento para una escalada bélica contra lo que él mismo denominaba

 

“el cáncer de Israel”. Musawi fue declarado culpable, lo que implicaba

 

que el “Comité X” podía decidir “trasladarlo” a Israel para ser

 

sometido a un juicio regular o autorizar su ejecución, en la primera

 

 

oportunidad en que esto fuese factible, por parte del Kidon».

 

 

 

Ninguna de estas opciones podía ponerse en marcha sin la autorización

 

expresa del primer ministro de turno, aunque, realmente, desde la

 

 

creación del Kidon casi todos los jefes de gobierno israelíes, desde David

 

 

 

Ben-Gurion a Ariel Sharon, del Likud al Partido Laborista, con

 

premio Nobel de la Paz o sin él, han firmado órdenes de secuestro o

 

ejecución.

 

 

Tanto el «Comité X» como el Kidon fueron mantenidos en absoluto

 

 

 

secreto, incluso para muchos de los ministros que formaron parte

 

de los diferentes gabinetes de los sucesivos gobiernos, hasta que el periodista

 

israelí Yoel Marcus reveló la historia de ambas organizaciones

 

 

en el diario Haaretz, en julio de 1986.

 

El Kidon estaba compuesto por tres equipos de doce personas

 

 

 

cada uno y que, bajo el eufemismo de «el largo brazo de la justicia»

 

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