Fue el adjunto de Nisman cuando comenzó a funcionar la UIF-AMIA y firmó el famoso y nada leído dictamen de 801 páginas en el que se acusó al gobiermo de Irán, viajó con Nisman a interrogar a los hermanos del supuesto chofer suicida de la supuesta Trafic-bomba y se horrorizó cuando Nisman dijo lo más campante que habían podido confirmar su existencia cuando había sucedido todo lo contrario. Después, Marcelo Martínez Burgos renunció, se fue silenciosamenre. Nunca dio la cara, sigue siendo fiscal y por lo visto a los grandes medios no les interesa preguntarle nada.
POR DANIEL SCHNITMAN (ESPECIAL PARA PÁJARO ROJO)
El bombazo en la AMIA/DAIA no termina de estallar. Además de las victimas (fallecidos, heridos, familiares y amigos) cayó un juez (Juan Galeano) y quedó otro a la intemperie (Claudio Bonadío) y todavía (aunque se intentó ocultarlo) se está a tiempo de enlazar a otro fiscal: Marcelo Martínez Burgos. Se trata del adjunto de la fiscalía especial creada para seguir el atentado. Es decir, el co-fiscal de Alberto Nisman.
Juan Salinas (el pájaro, o pajarorojo, periodista, investigador) suele estar siempre ocupado. Escribe, corrige, borra, cuestiona, recibe llamadas, explica, le da de comer a su viejo perro, putea porque se le colgó la PC, vuelve a escribir, y larga todo. Tiene una reunión con un “under” que le va a contar lo que no se sabe de los atentados. Vuelve a la hora, cansado, despeinado y vacio. Nada nuevo bajo el sol. Salinas ya lo sabía.
Hace uno días encontré entre mi desprolijo archivo un viejo VHS, uno que anduve buscando por todos lados, menos allí, donde estaba. En ese video, Nisman (el Eliot Ness de Pilar Rahola), habla en mi programa LA VOZ TV . (Se puede ver en lavozjudia.com). acompañado por su lugarteniente Marcelo Martínez Burgos. No dudé, esos testimonios. son para el pájaro Salinas.
La causa AMIA se devora fiscales (y jueces). El destituido Juan José Galeano, autor de la mentada “Se van a caer de espaldas” y los fiscales Mullen y Barbaccia van a juicio oral por encubrimiento a partir del 6 de agosto próximo. Alberto Nisman, el alumno aplicado de la trama oficial, se fue (se suicidó agobiado). Canicoba Corral , el magistrado que ordenó la detención ( a pedido de la fiscalía) de los funcionarios iraníes, sigue en pie.
Salinas nos decía en una nota del 24 de mayo pasado: “Ya de movida, al ser puesto al frente de una nueva UIF-AMIA dotada de plenos recursos en febrero del 2005, el fiscal Alberto Nisman tenía claro que debía echarle la culpa del atentado a Teherán, y que cualquier cosa que hiciera debía estar conforme con la SIDE y los servicios de inteligencia amigos de ésta, es decir, la CIA y el Mossad. Ya de movida, había aceptado que sólo podía buscar cómplices del encubrimiento en la Policía Federal (con muchos límites) y en un único “sirio” Alberto Jacinto Kanoore Edul… al que nunca pudo probarle que hubiera tenido la supuesta Trafic bomba… porque nunca existió. Cuando quiso salirse un poco de este corsé asfixiante que le impedía siquiera hacer como que investigaba y pretendió acusar de encubrimiento a Carlos y Munir Menem, tal como revelaron los despachos del Wikileaks publicados por Santiago O’Donnell, en la Embajada de los Estados Unidos le dieron un moquete en el morro ordenándole que se limitara a velar porque el gobierno de Irán no saliera nunca del foco. Este programa de “La Voz y la Opinión” de mediados de 2005, a apenas cuatro meses del inicio de las tareas de la UIF, permite comprobar fehacientemente que –además de que Nisman era un guitarrero que mezclaba géneros como la cháchara con la sanata- ya desde entonces era una marioneta del hoy prófugo Stiuso (repite en dos oportunidades el escándalo que supuso para los servis de todas las latitudes que el renunciante ministro de Justicia, Gustavo Béliz, hubiera enseñado su rostro en un programa de la TV abierta, y sus ingentes esfuerzos para revertir ese descrédito ) y se dedicó a compatibilizar los “papers” de la SIDE, la CIA y el Mossad con el objetivo de apuntar a la Triple Frontera, a Hezbolá y especialmente a Irán, desechando cualquier hipótesis contradictoria. El conductor, Daniel Schnitman, invitó al programa en esa oportunidad al fallecido Carlos De Nápoli –con quien escribí el que es hasta ahora mi mejor libro, Ultramar Sur-, a Horacio Lutzky (abogado, ex director del periódico Nueva Sión y ex jefe de prensa de la AMIA) y a los fiscales Nisman y Marcelo Martínez Burgos (es la primera vez que le veo la cara, me encantaría que alguien me informara bien por qué se fue de la UIF)”
Curioso y expeditivo, Salinas vio el hueco, se llama Marcelo Martínez Burgos. He aquí lo que nadie (salvo el pájaro rojo y quien escribe), quiso ver. Un hecho borrado adrede ( se le escapó al Juez Canicoba Corral?), para seguir ocultando la verdad.
De cuando investigaban a Martínez Burgos
El titular del gobierno de Teherán en la Argentina, Moshen Baharvand, diseñó distintos planes de acción como respuesta al pedido de captura elevado por el juez Canicoba Corral. Uno de ellos fue la contratación de un equipo de abogados para defender a los funcionarios imputados por los fiscales y el juez. Entre los estudios cuyos servicios pensaron contratar los iraníes estuvo el de Juan Martín Cerolini, Ricardo Montemurro y asociados. Cerolini, jefe del estudio, tuvo una participación destacada en el juicio oral que terminó con las absoluciones de la llamada conexión local. La estrategia defensiva de los abogados fue, según la información que trascendió del propio estudio, la previsible: plantear la debilidad de la prueba aportada por Nisman y Martínez Burgos hasta hacer caer la causa. En el ambiente tribunalicio corrió la versión, de que se habían acordado honorarios por 6 millones de dólares por todo concepto. Todo fue para atrás por una orden llegada desde la República islámica de Irán. No se designaría a ningún abogado en la causa porque de eso derivaría aceptar la jurisdicción argentina en el caso, algo que nunca se acordó.
La idea pues, era quebrar la acusación produciendo una crisis política entre los magistrados de la investigación. El objetivo: hacer renunciar a Martínez Burgos y dar a entender a través de ella una disidencia general con los argumentos empleados para acusar al gobierno persa. Justamente, para llegar hasta Martínez Burgos se usaría al mismo Cerolini, es decir, el abogado descartado de la estrategia inicial. Recordemos: Cerolini y Martínez Burgos mantienen una vieja relación amistosa que llega hasta lo familiar (algo muy común entre abogados y servicios).
Nisman se enteró así de lo que nunca había sospechado: los contactos entre su segundo y la embajada de Irán, con Cerolini de intermediario. Hasta allí, el fallecido Nisman, había creído esa historia (una más) de que su colaborador se había borrado por «fatiga mental». Ahora, pasado el tiempo, existe la convicción de que todo fue obra de una operación política (y comercial, claro) – sobre el fiscal adjunto para intentar el desmoronamiento de la causa y abrir una grieta entre los funcionarios que la deberían haber investigado.
Esto hubiera merecido (por lógica), una denuncia penal contra el fiscal Martínez Burgos. Todo indicaba (hasta a algunos colaboradores directos) que las pruebas que se aportaría en su contra serian definitorias:”negociaciones incompatibles con la función pública y prevaricato”
Quedan dos preguntas, (quizás el pájaro encuentre las respuestas) por qué razón el fiscal adjunto se manejó con la imprudencia de un novato en esta instancia y por qué nadie, nunca más, se ocupo del tema.
lavozjudia.com
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